HA-LAPID 6 ================================================ ranzadas en Dias, vivid atentamente. Y a vosotros advertimos que ninguna debe faltar esta ley, verbal- mente ni por escrito, ni darle ningun favor, ni debajo de techo estar can el, ni permanecer en su vecindad y nadie lea un libro de sus líbros, ni los que ha es- crito, ni los que escribiera". La obra de Spinoza Después de su excomunión --refiere su bió- grafo Otto Balusch-Spinoza, entregado a sus proprios recursos, llevó en diferentes lugares una vida retirada, consagrada al estudio. Ganaba el sustente, preferentemente, dando lecciones particulares y también pu- liendo cristales ópticos, ocupación que era entonces favorita entre los hombres educa- dos en la nueva ciencia natural y que el mismo Descartes cultivó en ocasiones. Más tarde. Jean de Witt le asignó una pequena pención del Estado, suficiente para sus mo- destas necesidades. Vivió así "contento con poca cosa”, y sus únicos gastos considera- bles eran para adquirir libos de precio. El ano 1660 abandonó Amsterdam, su ciudad natal, y se trasladó al pueblo de Rijnsburgo, cerca de Leiden, con objecto de poder entregarse sin estorbos a sus trabajos científicos. Allí escribió el primero esbozo, todavia muy tosco, de su filosofia, el deno- minado Tractatus brevis, y lo hizo circular entre sus amigos de Amsterdam. Pensaba dejarlo listo en seguida para la impresión y publicarlo junto con una introdusción, conservada hoy como fragmento del Trata- tus de intellectus emendationes, le atrajo la idea de dar forma geométrica a su sistema y suspendió entre tanto la publicación. Por motivos externos editó entonces una expo- sición geométrica de la doctrína cartesiana, exposición llevada a cabo para fines didác- ticos, a la que hizo seguir un apêndice, com- puesto con igual fin, donde, bajo el título de Cogiata metaphysica, explicaba los con- ceptos fundamentales de la ontologia desde el punto de vista de la neoescolástica car- tesiana. Fué este criterio el que le procuró en el ano 1673 una honrosa llamada a la Universidad de Heidelberg, Ilamaminto que hubo de declinar para no perder el reposo indíspensable a su actividad científica. Se le respetaba, en efecto, la líberdad de filo- sofar, pero se esperaba de él que "no haría mal uso de esa liberdad". En el uno 1663 trasladó su residencia a Voorburg, cerca de La Haya, donde ganó la amistad de Jean de Witt, el gran hombre de Estado holandês, dueno entonces del poder. El Tractus theologico politicus debe considerarse como fruto de esta amistad. Fué escrito para apoyar a Witt contra los ambisiosos pastores calvinistas. Perola obra, planeada primitivamente como simple escrito político, se elevó al rango de una grandiosa apologia de la liberdad de pensar y creer, dentro del Estado libre, frente a las preten- siones de una Iglesia que combate la auto- ridad y exige de ella obediencia. Lo más notable en el libro es la investigación de los orígenes literarios del Antiguo Testa- mento, investigación en que Spinoza es uno de los primeros que aplican a la cuestión los principios de la' ciencia estricta, anticipando no pocos de los resultados posteriores de la critica bíblica. Colócase aqui, esencialmente en el terreno de su concepción del mundo, aun cuando calla sus doctrinas mas subver- sivas y se ajusta en lo posible, incluso en la expresión, a los modos de ser corrientes en la época, no por temor, sino por no an- teponer grandes obstáculos prevíos a la difusión del escrito, que, dado su objecto, estaba destinado al gran público. El ano 1670 pasó a La Haya y desde alli lanzó al mundo, sin nombre de autor, el Tratado teologico politico, cuyas opiniones e intenciones, muy líbres a pesar de todo, no tardaron en desencadenar tempestades de indignación. No obstante, el filósofo, prote- gido por de Witt, nada tuvo que lamentar. Pocos anos después le infligió el destino el más rudo golpe que hubo de experimentar en su edad madura: eI horrible asesinato de su amigo Jean de Witt por un populacho irritado. Dificilmente soportó Spinoza esta prueba. Por dicha, su situación externa no sufrió alteración a causa del suceso; nadie le molestó, y ui siquiera perdió su pensión. Contínuo trabajando trenquilamante en sus obras, frecuentando pocos amigos y reci- biendo de vez en cuando la visita de hom- bres eminentes del extranjero, a cuyos cidos llegara su gran reputación, nacida en el entre tanto, como Tschirnhaus y Leibnitz. Poco a poco pude asi terminar su sistema, el cual recibió ahora el titulo de Etica, único que convenia a su contenido. Queria Spi- noza publicarlo el ano 1675; pero tuvo que renunciar a su propósito, porque, ante el rumor de que iba a aparecer un nuevo libro suyo, los teólogos se mobilizaron contra él incontinente.
N.º 053, Shebat 5693 (Fev 1933)
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